El Instituto a través de su Historia

Entre las Damas de la Caridad que San Vicente de Paúl había sabido reunir en torno a él, aparece Madame de Pollalion con la que funda el Instituto Union-Chrétienne de Saint Chaumond en París en 1652.

En 1630, bajo la dirección de Monsieur Vincent y acompañada por mujeres generosas, Madame de Pollalion recibe la inspiración de abrir una casa para acoger a señoritas en dificultad. Dicha casa se llamaba Instituto de las Hijas de la Providencia y se instaló en Chalaronne, por entonces suburbio parisino.

En 1648, San Vicente de Paúl tuvo la intiución de reunir a siete de aquellas almas generosas junto con Madame de Pollalion para que se consagraran específicamente a la formación y la educación de las niñas y las jóvenes. Cuatro años más tarde, el 17 de octubre de 1652, en presencia de San Vicente de Paúl,

« prometieron a Diós unirse a Jesucristo con un amor puro, a través una continua y fiel meditación de su santa vida, llevar su Reino a todo lugar, incluyendo los países extranjeros y permanecer unidas entre ellas bajo el lazo indisoluble de la dilección fraterna, ayundándose unas a otras en todo lo que les sería posible».

La Union-Chrétienne quedaba fundada.

Dicho nombre, escogido por el propio San Vicente de Paúl expresa la unión de las religiosas a Jesucristo y entre ellas. Se añadió después el patrocinio de San Chaumond a causa del hotel particular en dónde vivieron al principio en París y que llevaba dicho nombre. Esta fundación correspondía a una necesidad de Francia. Muy apreciadas, se pidió a las religiosas que fundaran más casas en París y rápidamente después en otras partes del país. A su vez, algunas de estas casas fundaron otras casas. Las religiosas de la Union-Chrétienne de Saint Chaumond recibieron la gracia de la aprobación pontificia pasando bajo jurisdicción directa del Santo Padre el 15 de mayo de 1668. Esta aprobación que confirmaba las intuiciones de San Vicente de Paúl marcó una etapa en la historia de la vida religiosa feminina. En efecto, la consagración mediante votos se volvía posible sin necesidad de vivir una vida religiosa de clausura y permitía envangelizar al mundo femenino ahí dónde se encontraba.

Desgraciadamente la Revolución francesa también tocó a la Union-Chrétienne. Con la agitación terrible de la Revolución, se tuvieron que cerrar todas las casas y las religiosas se dispersaron a través del país ; los bienes se vendieron. Gracias al coraje y a la energía de Madre Bardon de Lataillée, superiora de la casa de Poitiers (Francia) en esa época, la Congregación se rencontruyó en Poitiers con antiguas religiosas de Poitiers y de Parthenay. Esta es la razón por la que desde 1802, Poitiers se convirtió en la Casa Madre. Las religiosas retomaron con su obra de enseñanza qui floreció de nuevo. Pero a finales des siglo XIX, el Instituto religioso atravesó de nuevo un período difícil relacionado con el contexto político y social de la Francia de aquellos tiempos.

A principios del siglo XX, la Divina Providencia acordó a la Congregación la persona de la Madre Cécile Devrièse, reconocida por Roma como la Segunda Fundadora del Instituto, que supo revivificar el Carisma primitivo. Madre Cécile vivió la alegría de abrir nuevas casas en la diócesis de Poitiers y en la de Limoges, Bourges, Versailles, Blois y Pontoise.

Y llegó el momento de atravesar fronteras para establecer casas en España y Portugal. Más tarde, en 1988, una casa ha podido abrirse en California.