Mme de Pollalion tuvo una visión en la que vio cómo la obra de la Unión Cristiana que el Señor le había confiado, había sido escogida y deseada por Dios para llevar el Evangelio al mundo entero. He aquí lo que escribe el Abbé Collin, biógrafo principal de esta mujer de mirada profética:
« Mme de Pollalion oraba mucho a Dios para que los deseos que le inspiraba se cumplieran. La Divina Bondad quiso un día mostrarle los progresos de su Instituto de la siguiente forma : Mme de Pollalion vio un prado, muy grande, atado al cielo con cuatro cadenas de oro que, sin embargo, no tocaban tierra; bajo este prado había un mar muy agitado, que agitaba también el prado, como si quisiera sumergirlo. Este prado le pareció prometedor de abundante mies, lleno de espigas tupidas, de distintas tallas, que estaban atadas al tallo desde la raíz hasta lo alto y que en vez de trigo llevaban piedras preciosas, de colores diferentes y de belleza perfecta. Las había de todos los tamaños y unas brillaban más que otras.
Mme de Pollalion, una vez que volvió en sí, permaneció triste porque no entendía lo que podía significar aquella visión y acudió al único que podía darle la inteligencia. Dios utilizó esta metáfora para darle a entender lo que sería la Congregación. El prado representaba el Instituto: sería elevado por encima de las máximas del mundo y unido al cielo por los votos representados por las cuatro cadenas de oro. Las espigas, muy grandes, eran las hermanas quienes tendrían que trabajar para la salud de las almas. El mar, muy agitado, representaba el mundo y el demonio quienes harían mucho daño al Instituto y provocarían muchos problemas intentando destruirlo pero éste estaría protegido por estas cuatro cadenas quienes, además de representar a los cuatro votos, representan también la protección de Dios sobre el Instituto.”
San Vicente de Paúl nació en Pouy, cerca de Dax, el 24 de abril de 1580. Se ordenó sacerdote a los 20 años. Al regresar de un viaje a Marsella, fue hecho prisionero por unos berberiscos y llevado cautivo a Túnez. Vendido a un médico, aprendió a curar a los enfermos. Cuando volvió a Francia, después de una corta estancia en Roma, fue a Paris en 1609 y se puso a las órdenes del Cardenal del Bérulle, se convirtió en el capellán de la reina Margrita y fue después nombrado obispo de Clichy en 1612.
Entró como preceptor de la familia de Gondi y añadió a sus ocupaciones la instrucción de los campesinos pobres. Fue nombrado párroco de Châtillon-les-Dombes en 1617. Fundó la primera de sus hermandades de Caridad, cuyos miembros eran llamados “Damas de la Caridad”. En 1619, el rey Luis XIII le nombró Capellán de las Galeras.
En 1625 fundó la Congregación de la Misión: los Lazaristas, para la evangelización de las parroquias del campo. En 1633 funda las Hijas de la Caridad. Entre tanto se ocupa de la formación de los sacerdotes, fundó 2 seminarios. Organizó la obra de los Niños Expósitos. En 1630, San Vicente de Paúl conoció a Madame de Pollalion, que formaba parte de las “Damas de la Caridad”. La guió cuando ésta emprendió la fundación de las Hijas de la Providencia y la ayudó después a establecer el Seminario de la Union-Chrétienne en 1652.
Don Vicente es antes que nada un apóstol que obtiene toda su fuerza interior de su mirada hacia Cristo. Fue el hombre de acción que conocemos porque fue, primero, un alma contemplativa, rebosante del amor de Dios. Para San Vicente de Paúl, la unión es la base de toda vida cristiana porque está íntimamente ligada a la caridad. Comunicó este espíritu de unión a Madame de Pollalion que se contaba entre sus más cercanas colaboradoras.
Don Vicente murió el 27 de septiembre de 1660.
Marie Lumague nació en París el 29 de noviembre de 1599. Desde joven, fue un modelo de fervor y de humildad pero sobre todo de caridad hacia los pobres. En el año 1617 se casó con Monsieur de Pollalion, gentilhombre ordinario de la cámara del Rey Luis XIII. Dios bendijo su matrimonio con el nacimiento de una niña en 1618. En 1625 su marido falleció. Fue entonces cuando conoció a Don Vincente de Paúl. Por la misma época entró en la Tercera Orden de Santo Domingo. En 1629, después de su entrada en el círculo de las Damas de la Caridad, participa en misiones organizadas por M. Vincent en los alrededores de París.
Una de sus principales preocupaciones fue la situación de las jóvenes que se prostituían en París para salir de la miseria. Acogió a algunas de ellas en el Hospital de la Piedad del cual D. Vicente era el Superior. Este fue el origen de la Casa de la Providencia (“Maison de la Providence”).
En enero de 1648 D. Vicente se dirige a casa de las Hijas de la Providencia. Elige a 7 de entre ellas capaces de llevar a cabo un apostolado y de formar a otras almas para hacerlo duradero. En octubre de 1652, predica un retiro en la comunidad de Madame de Pollalion, en el cual estas 7 “chicas seculares” que él había elegido en 1648,junto con Madame de Pollalion, se unen mediante una regla de unión con el fin de responder a todas las necesidades de la Iglesia. Así se funda la Unión Cristiana. En 1656, D. Vicente entrega a Madame de Pollalion las Constituciones de las Hijas de la Providencia y de la Unión Cristiana en presencia de Ana de Austria.
Las Hijas de la Unión Cristiana estaban llamadas a fundar Casas en provincias para la conversión de los herejes, para la enseñanza y para la educación de la juventud.
El primer rasgo que llama la atención en Mme. De Pollalion es el abandono y la confianza en la Providencia. Esta fe se acompañaba por una inmensa esperanza y por una caridad no menos grande. Profesaba un gran amor hacia el Santo Sacramento. Su vida en Dios tenía como efecto una gran alegría interior. La paz de Dios era la guardiana de su corazón. Su celo apostólico no le daba tregua, de modo que San Vicente intentaba moderar sus impulsos de emprender obras.
Madame de Pollalion muere en París el 4 de septiembre de 1657.
Jeanne Devrièse nació en Lille el 6 de noviembre de 1894. La vocación de la Madre Cécile Devrièse fue desde su adolescencia una vocación misionera. Soñaba con entrar en las Franciscanas Misioneras de María cuando estalló la primeira guerra mundial. Tuvo que marchase del norte de Francia y vino a Poitiers, donde se alojó en casa de las Damas de la Union-Chrétienne, en la calle de la Psalette – Sainte Radegonde (actualmente calle A. de la Mauvinière).
En 1918 decidió entrar en la comunidad. Hizo su profesión perpetua en diciembre de 1922. La Hermana Cecilia de Jesús iba a ejercer rápidamente una profunda influencia espiritual. En agosto de 1929 fue elegida Superiora por unanimidad. A partir de esta fecha, su vida se confunde con la de la Union-Chrétienne de Saint Chaumond, al servicio de la cual realizó una obra multifacética.
Con ella se infundió una vida nueva a la comunidad. Su confianza en Dios y su fe atrajeron vocaciones. Trabajó para afirmar el carácter propio de la Institución recuperando sus raíces históricas y espirituales, cuya huella se había perdido después de la Revolución. Su obra de reconstrucción del patrimonio fue fundamental para el nuevo crecimiento que iba a conocer la Union-Chrétienne de Saint Chaumond.
Mère Cécile inició así una verdadera política misionera. Bajo su impulso se multiplicaron las Casas en Francia. Y en 1960, la Union-Chrétienne cruzó las fronteras: primero fue España, luego Portugal mientras llegaba América. Al actuar así correspondía a los deseos de Madame de Pollalion que quería llevar la caridad a las 5 partes del mundo.
Mère Cécile aparece como “un alma de fuego, ardiente de entusiasmo por anunciar a Jesucristo y por extender por todas partes su reino de unidad y de paz” R. Darricau. Su fervor se acompañaba de una increíble perseverancia y de una gran prudencia. Quería que llevara la paz a todo el mundo. San Vicente le servía de modelo. Todo lo que hacía estaba fundado en una intensa vida de oración. Buscaba su relación con Dios en la meditación asidua de las Escrituras y en el amor por la Eucaristía.
Mère Cecile Devrièse volvió a Dios el 29 de octubre de 1978, después de 50 años siendo Superiora. En 1981 la Iglesia la reconoció Segunda Fundadora de la Union-Chrétienne de Saint Chaumond.
Entre las Damas de la Caridad que San Vicente de Paúl había sabido reunir en torno a él, aparece Madame de Pollalion con la que funda el Instituto Union-Chrétienne de Saint Chaumond en París en 1652.
En 1630, bajo la dirección de Monsieur Vincent y acompañada por mujeres generosas, Madame de Pollalion recibe la inspiración de abrir una casa para acoger a señoritas en dificultad. Dicha casa se llamaba Instituto de las Hijas de la Providencia y se instaló en Chalaronne, por entonces suburbio parisino.
En 1648, San Vicente de Paúl tuvo la intiución de reunir a siete de aquellas almas generosas junto con Madame de Pollalion para que se consagraran específicamente a la formación y la educación de las niñas y las jóvenes. Cuatro años más tarde, el 17 de octubre de 1652, en presencia de San Vicente de Paúl,
« prometieron a Diós unirse a Jesucristo con un amor puro, a través una continua y fiel meditación de su santa vida, llevar su Reino a todo lugar, incluyendo los países extranjeros y permanecer unidas entre ellas bajo el lazo indisoluble de la dilección fraterna, ayundándose unas a otras en todo lo que les sería posible».
La Union-Chrétienne quedaba fundada.
Dicho nombre, escogido por el propio San Vicente de Paúl expresa la unión de las religiosas a Jesucristo y entre ellas. Se añadió después el patrocinio de San Chaumond a causa del hotel particular en dónde vivieron al principio en París y que llevaba dicho nombre. Esta fundación correspondía a una necesidad de Francia. Muy apreciadas, se pidió a las religiosas que fundaran más casas en París y rápidamente después en otras partes del país. A su vez, algunas de estas casas fundaron otras casas. Las religiosas de la Union-Chrétienne de Saint Chaumond recibieron la gracia de la aprobación pontificia pasando bajo jurisdicción directa del Santo Padre el 15 de mayo de 1668. Esta aprobación que confirmaba las intuiciones de San Vicente de Paúl marcó una etapa en la historia de la vida religiosa feminina. En efecto, la consagración mediante votos se volvía posible sin necesidad de vivir una vida religiosa de clausura y permitía envangelizar al mundo femenino ahí dónde se encontraba.
Desgraciadamente la Revolución francesa también tocó a la Union-Chrétienne. Con la agitación terrible de la Revolución, se tuvieron que cerrar todas las casas y las religiosas se dispersaron a través del país ; los bienes se vendieron. Gracias al coraje y a la energía de Madre Bardon de Lataillée, superiora de la casa de Poitiers (Francia) en esa época, la Congregación se rencontruyó en Poitiers con antiguas religiosas de Poitiers y de Parthenay. Esta es la razón por la que desde 1802, Poitiers se convirtió en la Casa Madre. Las religiosas retomaron con su obra de enseñanza qui floreció de nuevo. Pero a finales des siglo XIX, el Instituto religioso atravesó de nuevo un período difícil relacionado con el contexto político y social de la Francia de aquellos tiempos.
A principios del siglo XX, la Divina Providencia acordó a la Congregación la persona de la Madre Cécile Devrièse, reconocida por Roma como la Segunda Fundadora del Instituto, que supo revivificar el Carisma primitivo. Madre Cécile vivió la alegría de abrir nuevas casas en la diócesis de Poitiers y en la de Limoges, Bourges, Versailles, Blois y Pontoise.
Y llegó el momento de atravesar fronteras para establecer casas en España y Portugal. Más tarde, en 1988, una casa ha podido abrirse en California.